Por: Ma. Eugenia del Rio Ferrer, Directora Recursos Humanos

El mundo empresarial está experimentando un cambio que se viene gestando a partir del entendimiento de que la prisa generada por el fenómeno de la Globalización debe redefinir sus principios y delinear nuevas prácticas en beneficio de los empleados, el ambiente y la sociedad en general.  El Tratado de Brenton Woods, firmado en 1944, en el estado de New Hampshire, Estados Unidos, fue el punto de partida para la globalización.  En plena Guerra Mundial, cuarenta y cuatro países se pusieron de acuerdo para crear un nuevo modelo económico y fijar las reglas para las nuevas relaciones comerciales de los países más industrializados.  Años más tarde, en el 1989 cae el Muro de Berlín y poco después el Internet conectaría al mundo.  Ante este escenario, las empresas comenzaron a emigrar a países que pudiesen ofrecerle mayores ventajas competitivas y menores costos de producción.  Hoy se piensa que las condiciones creadas para facilitar los traslados de las empresas generaron desigualdad y en algunos casos, malas prácticas laborales.

El caso más típico es el de la producción de textiles.  Grandes marcas que dominan el mundo de la moda tienen sus fábricas en países como China e India.  En estos países se permite el empleo de jóvenes que no han alcanzado la edad requerida para trabajar, pero las precarias condiciones económicas del país les obliga a laborar desde temprana edad.  La usencia de leyes laborales y ambientales contribuyen a abaratar los costos de producción permitiendo de esta manera que la industria textil pueda fabricar hasta veinte colecciones al año.  Este fenómeno se ha conocido como el “fast fashion”.  Una mirada al agua que transcurre por el río cercano a las fábricas donde se elaboran estas piezas, permite adivinar cuál será el color de moda de la próxima temporada.

Grupos en contra de estas prácticas están marcando tendencia y han creado un movimiento denominado “slow fashion”, que es lo contrario del anterior y que tiene como objetivo buscar una mayor calidad en las piezas de ropa.  El objetivo es reducir la velocidad en la producción, con el fin de disminuir la huella ecológica.  Este movimiento persigue el concepto de marca y responsabilidad social que hoy día es una tendencia en las grandes compañías a nivel global.

El cambio climático y la inequidad entre clases ha obligado a las empresas a repensar la manera en que manejan sus actividades.  La revista especializada en economía, The Economist ha reseñado en su edición de agosto de 2019 que más de 180 compañías, entre ellas:  Walmart, JP Morgan y Chase han cambiado su estrategia de mirarse a ellos mismos para enfocarse más en sus empleados, clientes, las comunidades y por supuesto: el ambiente.

Otro giro a favor de los derechos de los trabajadores es el ejemplo del Estado de California.   La Cámara Estatal de este estado está considerando un proyecto de Ley para ponerle límites a compañías como UBER y Lyft con la intención de que sus trabajadores dejen de considerarse contratistas independientes y comiencen a ser llamados trabajadores, que a su vez estén cobijados por las leyes laborales y compensaciones más justas.  Aunque el argumento en contra de esta iniciativa es la pérdida de libertad de los trabajadores y la imposición de horarios fijos; al final se trata de que estas grandes compañías sean más generosas con sus ganancias.

Ciertamente, la globalización fue el motor que permitió trasladar las grandes empresas de los países desarrollados hasta los países en vía de desarrollo, lo cual contribuyó a aumentar y diversificar la producción, al mismo tiempo que contribuía a una mayor disponibilidad de los productos.  El tiempo que ha transcurrido desde que se firmara el tratado de Brenton Woods ha permitido analizar los efectos de este fenómeno y considerar que la globalización no es el único factor que ha perjudicado adversamente a los empleados.  Por ejemplo, se piensa que las automotrices estadounidenses perdieron puestos de trabajo a causa del traslado de sus empresas a otros países.  Sin embargo, ha sido la automatización lo que más ha contribuido a disminuir las plazas de trabajo.

El entendimiento de todos los aspectos que afectan y continúan afectando al mundo empresarial es lo que ha dado origen a un nuevo movimiento que tiene como finalidad tomar en consideración el ambiente, las comunidades y por supuesto; los empleados.  Si analizamos seriamente que los efectos del cambio climático son reales  y que la desigualdad social es cada vez es más marcada, podríamos mirar con esperanza esta tendencia y por qué no, darle una oportunidad para su desarrollo.