Por: Ma. Eugenia del Rio Ferrer

Directora

Casellas Alcover & Burgos

La amenaza que ha representado la pandemia ocasionada por el COVID-19 en todos los niveles profesionales forzó desde sus inicios a un confinamiento que pudiese asegurar la disminución de los contagios.  Ante esta circunstancia, todas las actividades de la vida diaria se aglutinaron en un solo lugar: el hogar.  Lo que a simple pudiera parecer una simplificación de las obligaciones maternales, educativas y profesionales dado que todas se han llevado a cabo en un solo lugar; no necesariamente implica que el balance sea positivo.  Todo lo contrario, el paradigma que las mujeres habían logrado alcanzar, un balance entre trabajo y vida familiar; se esfumó.

En el mundo antes de la pandemia, el trabajo en su gran mayoría se desarrollaba en las oficinas, la educación de los hijos en las escuelas; quedando para el hogar las tareas puramente domésticas.  Este justo balance se rompió y con esta rotura la mujer tuvo que ajustarse a un nuevo modo de vida donde cada una de las actividades aquí mencionadas se entremezclaba con la otra.  En este periodo tan convulso, gran parte del sector femenino dedicado al campo de la medicina, la prestación de servicios en hogares de ancianos y otros servicios esenciales tuvieron que sumar a sus obligaciones profesionales la carga emocional que suponía la posibilidad real de contagiarse con el virus y contagiar a sus familiares al retornar al hogar.  No olvidemos que 3 de cada 4 trabajadores en el sector de la salud son mujeres.

No existe una fórmula mágica que convierta la carga de la mujer profesional en una menos pesada o más equilibrada.  Lograr la equidad entre hombre y mujer y la manera en que se reparten todas las actividades de la vida familiar y profesional es un panorama lejano.  Mientras llega esa equidad, es importante proporcionar las herramientas para que la mujer pueda acceder al mundo laboral y tenga expectativas reales de alcanzar posiciones de mayor relevancia.  Por ejemplo, un paso de avance para crear condiciones más favorables para la mujer en el ambiente de trabajo son las Guías para Espacios de Lactancia, que publicara la Procuradora de la Mujer el pasado mes de febrero.  Esta medida facilita a las mujeres retornar al trabajo luego de la maternidad para continuar con su desarrollo profesional mientras ejerce su función de madre.  Estas guías establecen claramente las condiciones que debe ofrecer el cuarto de lactancia para que la madre lactante pueda realizar la extracción de leche materna en un ambiente apropiado que le asegure su privacidad.

Las mujeres no podemos ni queremos cambiar nuestra condición femenina.  A través de los años, desde el 1857, cuando un grupo de mujeres se organizaron en New York para reclamar salarios más justos, jornadas laborales y condiciones de trabajo más humanas hasta el presente, son muchas las luchas que hemos librado.  De hecho, el simple acto de salir a trabajar es en sí un acto de afirmación de que podemos realizar nuestras funciones laborales y hacer frente a los retos que esto nos presenta.

Las Naciones Unidas ha promulgado que para este año 2021, que el Día Internacional de la Mujer sea un reclamo a favor de la Generación Igualdad con el fin conseguir un futuro igualitario para hombres y mujeres.  Las mujeres jóvenes que actualmente se forman en las universidades o entran a formar parte de la fuerza laboral tienen la encomienda de seguir abriendo camino y lograr, sobre todo, que el camino que iniciaron las mujeres trabajadoras en el Siglo XIX tenga menos obstáculos y permita transitar por el mismo a hombres y mujeres, porque la lucha de la mujer trabajadora no se trata de vencer sino de lograr la equidad.